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Actualizado el 11 de abril de 2023
El VIH (Virus de Inmunodeficiencia Humana) es un virus que ataca el sistema inmunitario y, con el tiempo, puede provocar SIDA (Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida). El SIDA es una afección que se produce cuando el sistema inmunitario sufre un daño grave, lo que deja al cuerpo susceptible a enfermedades oportunistas. infecciones y cánceresEn este blog, analizaremos los síntomas, las causas y los tratamientos del VIH y el SIDA.
En las primeras etapas, muchas personas no presentan síntomas de VIH/SIDA. Sin embargo, algunas pueden experimentar síntomas similares a los de la gripe, como fiebre, dolor de cabeza y fatiga, que pueden aparecer entre 2 y 4 semanas después de la exposición al virus. A medida que la infección progresa, los síntomas pueden incluir inflamación de los ganglios linfáticos, pérdida de peso, diarrea y sudoración nocturna. En las etapas avanzadas del VIH, cuando la enfermedad ha progresado a SIDA, los síntomas pueden incluir tos persistente, dificultad para respirar y fiebre recurrente.
Muchas personas que contraen el VIH pueden no experimentar ningún síntoma inicialmente. La progresión de la infección por VIH suele pasar por varias etapas:
Los síntomas asociados al VIH y al SIDA varían según la infección oportunista específica y la parte del cuerpo afectada. Los síntomas comunes incluyen:
El VIH se transmite principalmente a través del intercambio de ciertos fluidos corporales, como sangre, semen, secreciones vaginales y leche materna. La vía de transmisión más común es el contacto sexual, en particular las relaciones sexuales sin protección con una persona infectada. Compartir agujas o jeringas con una persona infectada, recibir transfusiones de sangre o trasplantes de órganos de una persona infectada, y la transmisión de madre a hijo durante el parto o la lactancia también son posibles vías de transmisión.

El VIH no se transmite mediante la donación de sangre ni de órganos. Al donar sangre u órganos, las personas no entran en contacto directo con los receptores. Además, durante estos procedimientos siempre se utilizan agujas e instrumental médico estériles.
Los bancos de sangre y los programas de donación de órganos realizan un cribado exhaustivo de donantes, sangre y tejidos. Por lo tanto, la probabilidad de contraer el VIH a través de transfusiones de sangre, hemoderivados o trasplantes de órganos o tejidos es extremadamente baja.
Entre los factores que aumentan el riesgo de transmisión del VIH se incluyen:
Aunque no existe cura para el VIH ni el SIDA, hay tratamientos disponibles que pueden ayudar a controlar el virus y prevenir la progresión a SIDA. La terapia antirretroviral (TAR) es el tratamiento estándar para el VIH. La TAR consiste en una combinación de medicamentos que suprimen el virus, lo que permite que el sistema inmunitario se recupere y previene la progresión a SIDA. La TAR ha demostrado ser muy eficaz, permitiendo que las personas con VIH vivan vidas largas y saludables.
Además del TAR, pueden ser necesarios otros tratamientos para controlar los síntomas y las complicaciones del VIH y el SIDA. Por ejemplo, medicamentos para prevenir y tratar infecciones oportunistas, como neumonía y tuberculosis. También se pueden recomendar medidas de apoyo, como asesoramiento y apoyo nutricional.
Anteriormente, las personas con VIH solían iniciar el tratamiento antirretroviral cuando su recuento de CD4 descendía o experimentaban complicaciones relacionadas con la infección. Sin embargo, hoy en día, se recomienda iniciar el tratamiento antirretroviral para todas las personas diagnosticadas con VIH, incluso si su recuento de CD4 se encuentra dentro del rango normal.
Existen dos tipos principales de tratamiento contra el VIH:
Los análisis de sangre periódicos son esenciales para controlar la carga viral, que mide la cantidad de VIH presente en el torrente sanguíneo. El objetivo del tratamiento es reducir la cantidad de VIH presente en la sangre a niveles tan bajos que se vuelva indetectable en las pruebas.
Al iniciar el tratamiento, y especialmente si el recuento de CD4 había disminuido previamente, este suele comenzar a aumentar gradualmente. A medida que el sistema inmunitario se recupera, las complicaciones relacionadas con la infección por VIH suelen disminuir o desaparecer.
Para contraer el VIH, es necesario entrar en contacto con sangre, semen o fluidos vaginales infectados, lo cual puede ocurrir por diversas vías:
Prevenir la transmisión del VIH es fundamental para controlar la epidemia. Existen varias estrategias eficaces para prevenir el VIH, entre ellas:
Practicar sexo seguro utilizando condones
Realizarse pruebas periódicas para detectar el VIH y otras infecciones de transmisión sexual (ITS)
Evitar compartir agujas o jeringas con otras personas
Utilizar únicamente sangre y órganos seleccionados mediante pruebas de detección para transfusiones o trasplantes.
Tratamiento de mujeres embarazadas diagnosticadas con VIH para prevenir la transmisión maternoinfantil
Además de estas estrategias, la profilaxis preexposición (PrEP) es un medicamento que pueden tomar las personas con alto riesgo de contraer el VIH para prevenir la infección.
Prueba de ácido nucleico (NAT)Esta prueba busca el virus directamente en la sangre mediante la detección de su material genético. Se utiliza en las primeras etapas de la infección, cuando los anticuerpos pueden ser ineficaces.
Los ensayos de tercera generación identifican tanto los anticuerpos como los antígenos del VIH, lo que permite un descubrimiento antes que las pruebas de anticuerpos.
Kits de prueba para el hogarEstos kits permiten a las personas analizar su propia saliva o sangre en casa. Los resultados positivos deben ser confirmados por un profesional sanitario.
Comprender estos factores de riesgo y hacerse la prueba del VIH con regularidad, especialmente después de una posible exposición o de participar en actividades de alto riesgo, es fundamental para la detección temprana y el tratamiento oportuno en caso de infección. La prevención de la transmisión del VIH requiere técnicas de relaciones sexuales seguras, el uso de agujas estériles y la búsqueda de atención médica adecuada.
En conclusión, el VIH y el SIDA son enfermedades graves que pueden tener importantes repercusiones en la salud. Si bien no existe cura para estas enfermedades, hay tratamientos disponibles que pueden ayudar a controlar el virus y prevenir la progresión al SIDA. Las estrategias de prevención, como practicar sexo seguro y evitar compartir agujas, son esenciales para controlar la propagación del VIH. Si cree que puede haber estado expuesto al VIH, hacerse la prueba y buscar atención médica cuanto antes puede ayudar a mejorar los resultados y prevenir la propagación del virus.
Es fundamental contactar a un médico cualificado si ha estado expuesto a alguno de los anteriores y presenta algún síntoma. Visite www.carehospitals.com y concertar una cita si desea recibir ayuda médica.
El VIH y el SIDA se diferencian en que el VIH es un virus que disminuye la fortaleza del sistema inmunológico, mientras que el SIDA es una enfermedad que puede desarrollarse debido a la infección por VIH cuando el sistema inmunológico está significativamente comprometido.
El SIDA no puede ocurrir a menos que se haya contraído el VIH. Afortunadamente, con un tratamiento que retarda el impacto del virus, no todas las personas con VIH desarrollarán SIDA. Sin embargo, sin tratamiento, casi todas las personas VIH positivas eventualmente desarrollarán SIDA.
Las nuevas infecciones por VIH han disminuido. En 2019, aproximadamente 1.2 millones de personas vivían con VIH en Estados Unidos. Resulta alarmante que alrededor del 13 % de ellas desconozcan su estado serológico, lo que subraya la importancia de las pruebas de VIH periódicas.
La infección por VIH (virus de la inmunodeficiencia humana) progresa a través de varias etapas, y la gravedad de la enfermedad varía en cada una de ellas. Las etapas de la infección por VIH son:
Las enfermedades definitorias del sida son afecciones médicas específicas que suelen presentarse en personas con infección avanzada por VIH (sida). Estas enfermedades incluyen infecciones oportunistas graves y ciertos tipos de cáncer, como el sarcoma de Kaposi, la neumonía por Pneumocystis y el cáncer de cuello uterino invasivo. Su presencia es un criterio diagnóstico clave para el sida.
Para diagnosticar la infección por VIH se utilizan varias pruebas:
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