El síndrome nefrótico es un trastorno renal que provoca la eliminación excesiva de proteínas en la orina. Esta afección grave afecta a entre 2 y 7 niños menores de 18 años cada año, con una incidencia de entre 2 y 7 casos nuevos por cada 100 000. También puede presentarse en adultos. Cuando se produce daño renal, se manifiestan diversos síntomas, como hipoalbuminemia e hiperlipidemia.
Los médicos no pueden curar el síndrome nefrótico, pero los pacientes pueden controlar mejor su afección conociendo sus síntomas, causas y tratamientos. Los signos característicos incluyen hinchazón severa alrededor de los ojos, tobillos y pies, junto con orina espumosa. Los pacientes suelen experimentar aumento de peso debido a la retención de líquidos, cansancio y pérdida del apetito. Estos síntomas aparecen porque las unidades de filtración de los riñones se dañan y permiten que las proteínas se filtren a la orina en lugar de retenerlas en el torrente sanguíneo.
Esta afección aumenta significativamente el riesgo de infecciones y coágulos sanguíneos. Las investigaciones muestran que las personas con síndrome nefrótico tienen casi 10 veces más probabilidades de desarrollar tromboembolismo venoso que la población general. Lo bueno es que la medicación adecuada y la orientación regular de los profesionales sanitarios pueden ayudar a controlar estos síntomas. Los niños con esta afección tienen un pronóstico aún mejor: el síndrome nefrótico suele desaparecer entre finales de la adolescencia y principios de la veintena.
En el síndrome nefrótico, las unidades de filtración de los riñones (glomérulos) sufren daños, lo que provoca una pérdida excesiva de proteínas en la orina. Las estadísticas muestran que el síndrome nefrótico es más frecuente en niños que en adultos.
Los pacientes con síndrome nefrótico presentan diversos síntomas, entre ellos: proteinuria (proteínas en la orina), hipoalbuminemia (niveles bajos de albúmina en sangre), hiperlipidemia (niveles altos de lípidos en sangre) e hinchazón severa (edema). Esta afección se desarrolla cuando los glomérulos liberan 3 gramos o más de proteína en la orina en 24 horas.
Los médicos clasifican el síndrome nefrótico en dos categorías:
La enfermedad de cambios mínimos afecta comúnmente a los niños. Los adultos de raza negra suelen desarrollar glomeruloesclerosis focal y segmentaria. Los adultos de raza blanca suelen presentar nefropatía membranosa.
Los pacientes experimentan estos síntomas comunes del síndrome nefrótico:
Las enfermedades renales como la glomeruloesclerosis o la glomerulonefritis causan síndrome nefrótico primario. A continuación se presentan algunas causas de síndrome nefrótico secundario:
Los médicos primero utilizan una tira reactiva para detectar proteínas en la orina. Un resultado positivo lleva a la confirmación mediante una recolección de orina de 24 horas.
Los análisis de sangre revelan, en la mayoría de los casos, niveles reducidos de albúmina y niveles elevados de colesterol.
En ciertos casos, los médicos realizan una biopsia renal para obtener una pequeña muestra de tejido y examinarla al microscopio. Esto les ayuda a comprender los mecanismos y elegir el tratamiento adecuado.
El objetivo principal es actuar sobre los mecanismos subyacentes al tiempo que se controlan los síntomas. Los esteroides como la prednisolona siguen siendo el tratamiento estándar, especialmente en niños. El plan de tratamiento incluye:
Además, los pacientes deben limitar su consumo de sal.
Debes llamar a tu médico si notas lo siguiente:
Busque atención de emergencia si los niveles de proteína se mantienen en 3+ en las pruebas de tira reactiva durante tres días seguidos.
Los pacientes pueden tomar las siguientes medidas para reducir sus riesgos:
Las personas con síndrome nefrótico se enfrentan a desafíos diarios, pero un buen control puede marcar una gran diferencia en sus vidas. Esta afección renal puede afectar a cualquier persona y provoca pérdida de proteínas, inflamación y otros síntomas molestos.
Los médicos diagnostican esta afección mediante análisis de orina, análisis de sangre y, en ocasiones, biopsias renales. El tratamiento se centra en controlar los síntomas y abordar la causa subyacente. Los esteroides siguen siendo el fármaco principal, sobre todo en niños. Los medicamentos para la presión arterial, los diuréticos y los fármacos para reducir el colesterol también ayudan a controlar los síntomas.
La alimentación influye decisivamente en la recuperación. Reducir el consumo de sal ayuda a controlar la inflamación. Un seguimiento cuidadoso ayuda a prevenir complicaciones como coágulos sanguíneos e infecciones. Los padres deben saber que la salud de sus hijos suele mejorar al final de la adolescencia.
El síndrome nefrótico solo requiere cuidados constantes, y los pacientes que siguen su tratamiento pueden llevar una vida normal. La clave para controlar esta afección reside en las revisiones periódicas, tomar los medicamentos según lo prescrito y realizar cambios en el estilo de vida. Actuar con rapidez marca la diferencia: debe llamar a su médico de inmediato si nota hinchazón persistente, orina espumosa o un aumento de peso inexplicable.
La ciencia médica aún no ha encontrado una cura, pero la atención adecuada y una sólida conexión con los proveedores de atención médica brindan a los pacientes la mejor oportunidad de controlar eficazmente este trastorno renal.
Preguntas Frecuentes
Una dieta para el síndrome nefrótico incluye:
El síndrome nefrótico provoca una pérdida importante de proteínas en la orina, hinchazón notable y, por lo general, presión arterial normal. El síndrome nefrítico, en cambio, causa inflamación, sangre en la orina (hematuria), hipertensión arterial y daño glomerular moderado. Esta diferencia ayuda a los médicos a elaborar planes de tratamiento específicos para cada afección.
En los niños, la hinchazón suele aparecer primero en la cara y luego se extiende a otras partes del cuerpo. En los adultos, tiende a desarrollarse primero edema periférico. Con frecuencia aparece orina espumosa, lo que indica pérdida de proteínas.
La enfermedad de cambios mínimos, el tipo más común, alcanza su punto máximo a los 2 años y medio. La mayoría de los casos aparecen antes de los 6 años, y los niños la padecen con el doble de frecuencia que las niñas.