El cerebro y la médula espinal se consideran parte integral del sistema nervioso. Por lo tanto, este tipo de cáncer se conoce generalmente como tumor del sistema nervioso central.
El cáncer de cerebro y médula espinal puede afectar tanto a niños como a adultos. Sin embargo, el tipo de cáncer que se desarrolla puede diferir entre adultos y niños. Puede originarse en distintas áreas, presentar diferentes tipos de células e incluso requerir tratamientos y pronósticos diferentes.

Existen principalmente dos tipos de cáncer de cerebro y médula espinal:
En los adultos, los tumores cerebrales (o de médula espinal) secundarios se diagnostican con mayor frecuencia que los tumores cerebrales (o de médula espinal) primarios.
Los tumores que se originan en el cerebro o la médula espinal, a diferencia de los tumores malignos que se originan en otras partes del cuerpo, terminan por diseminarse a otros órganos. Si bien los tumores benignos (no cancerosos) del cerebro o la médula espinal son poco frecuentes, pueden causar daño al propagarse y multiplicarse en las zonas circundantes, donde pueden destruir el tejido cerebral sano. La mayoría de los tumores cerebrales o de la médula espinal seguirán desarrollándose y se convertirán en una amenaza para la vida a menos que se extirpen o destruyan.
Algunos tipos de cáncer de cerebro y médula espinal en niños pueden incluir:
Otros tipos de cáncer que pueden desarrollarse en los niños incluyen:
Gliomas del tronco encefálico
Tumores embrionarios
Tumores pineales
Craneofaringiomas
Tumores mixtos gliales y neuronales
Tumores del plexo coroideo
Schwannomas (neurilemomas)
Aún se desconocen las causas exactas de la formación de la mayoría de los tumores espinales. Los expertos sospechan que podrían estar implicadas anomalías genéticas, pero a menudo no se sabe con certeza si estas anomalías son hereditarias o se desarrollan gradualmente. Los factores ambientales, incluida la posible exposición a ciertas sustancias químicas, podrían contribuir a su desarrollo. Sin embargo, en algunos casos, los tumores de la médula espinal se asocian con afecciones hereditarias bien documentadas, como la neurofibromatosis tipo 2 y la enfermedad de von Hippel-Lindau.
Los tumores en cualquier área del cerebro pueden causar un aumento de la presión intracraneal (la presión dentro del cráneo). Esto puede deberse a la inflamación cerebral, al crecimiento del tumor o a una restricción en el paso del líquido cefalorraquídeo (LCR). El aumento de la presión arterial puede causar diversos síntomas, entre ellos:
Dolor de cabeza
Náuseas
Vómitos
Visión borrosa
Problemas de equilibrio
cambios de comportamiento o personalidad
Convulsiones
Somnolencia; y a veces incluso coma
Debido a que el cerebro controla las funciones de varios órganos, incluidas las hormonas, los tumores cerebrales pueden producir una variedad de otros síntomas que no se incluyen aquí.
Presentar uno o más de los síntomas mencionados no siempre significa que tenga un tumor cerebral o de la médula espinal. De hecho, todos estos síntomas podrían deberse a otra afección. Sin embargo, si presenta alguno de estos síntomas, sobre todo si no desaparecen o empeoran con el tiempo, consulte a su médico de inmediato.
El diagnóstico de cáncer de cerebro y médula espinal puede incluir:
El médico realizará una exploración física para comprobar el estado general de salud, incluyendo la detección de signos relacionados con enfermedades, como tumores o cualquier otra anomalía. También se recabará información sobre los hábitos de salud del paciente, así como sobre enfermedades y tratamientos previos.
Este examen incluye preguntas y pruebas para evaluar la función de la médula espinal, el cerebro y los nervios. Se examinará el estado mental de la persona, incluyendo su coordinación, su capacidad para caminar con normalidad y el correcto funcionamiento de sus sentidos, músculos y reflejos.
La resonancia magnética (RM) es un proceso que utiliza ondas de radio e imanes para obtener imágenes detalladas del cerebro y la médula espinal. En este procedimiento, se inyecta por vía intravenosa una sustancia llamada gadolinio. Su función es acumularse alrededor de las células cancerosas para obtener una imagen más nítida.
Esto se refiere a un proceso en el que se examinan muestras de sangre del paciente para medir las sustancias que liberan los tejidos, órganos o células tumorales del cuerpo en la sangre.
El tratamiento del cáncer de cerebro y médula espinal depende de diversos factores, como el tamaño, el tipo y el estadio del tumor. Algunos de los tratamientos generales para niños y adultos pueden incluir:
Uno de los primeros tratamientos para cualquier tipo de cáncer sería la cirugía para extirpar el tumor del cuerpo. Neurocirugía Se refiere a la cirugía que se realiza en el sistema nervioso.
La radioterapia consiste en el uso de haces de alta energía, como protones o rayos X, para destruir las células cancerosas existentes e impedir su crecimiento o multiplicación. Este proceso puede incluso ayudar a reducir el tamaño del tumor. Existen diferentes tipos de radioterapia según el tamaño, la edad y el estadio del tumor. Estos incluyen:
Este proceso es un tratamiento único. En la radiocirugía, el médico utiliza múltiples haces de radiación de alta precisión dirigidos al tumor en el cerebro o la médula espinal desde distintos ángulos. Al igual que la radioterapia, este proceso ayuda a detener el crecimiento del tumor. Generalmente se utiliza para tratar tumores de difícil acceso. Existen dos tipos de radiocirugía:
Quimioterapia Se refiere al uso de medicamentos potentes que pueden inyectarse o tomarse por vía oral para matar las células cancerosas e impedir que crezcan o se multipliquen.
Esto se refiere al tratamiento del cáncer que utiliza ciertos tipos de fármacos para atacar proteínas y genes específicos que forman parte del tumor.
Los tumores de la médula espinal tienden a ocurrir con mayor frecuencia en personas que presentan las siguientes afecciones:
Los tumores espinales pueden ejercer presión sobre los nervios raquídeos, lo que provoca pérdida de sensibilidad o movilidad por debajo de la zona afectada. En algunos casos, también pueden causar alteraciones en el control de esfínteres. El daño nervioso puede ser, en ocasiones, irreversible.
No obstante, si se detecta en una fase temprana y se trata de forma proactiva, podría ser posible prevenir un mayor deterioro funcional e incluso recuperar la función nerviosa. La gravedad de la situación puede variar según la ubicación del tumor; si comprime directamente la médula espinal, podría suponer un riesgo mortal.
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