La pérdida repentina del control muscular se conoce médicamente como ataque paralítico. Los ataques paralíticos interrumpen las señales nerviosas que desencadenan los movimientos musculares, lo que provoca una inmovilización temporal o permanente.
Aunque aterradores, los ataques paralíticos generalmente son causados por afecciones tratables, como los accidentes cerebrovasculares. lesiones de la médulay trastornos neurológicos. Sin embargo, la atención médica inmediata es crucial para una mejor recuperación. Este artículo abarca los síntomas, las causas, el diagnóstico y el tratamiento de los ataques paralíticos.
¿Qué es un ataque paralítico?
Un ataque paralítico se refiere a la aparición repentina de parálisis: la incapacidad para mover voluntariamente partes del cuerpo. Los ataques provocan debilidad muscular o la pérdida total de la función motora en áreas del cuerpo. La extensión, la duración y la causa de la parálisis dependen de la ubicación y la gravedad de la lesión. sistema nervioso.
La intrincada red de nervios de nuestro cuerpo transmite señales desde el cerebro hasta los músculos, desencadenando el movimiento. Una interrupción en cualquier punto de estas vías neuronales bloquea la transmisión de señales, impidiendo que los músculos se contraigan a voluntad.
Los ataques paralíticos provocan que las partes del cuerpo afectadas queden flácidas e insensibles. Sin la inervación, los músculos dejan de funcionar. La parálisis puede afectar solo a una extremidad o extenderse a otras partes del cuerpo.
Tipo de parálisis
Los profesionales sanitarios caracterizan los ataques paralíticos según el patrón de debilidad muscular:
Monoplejia: Una extremidad, ya sea un brazo o una pierna, sufre parálisis.
Hemiplejía: La parálisis afecta a un lado del cuerpo: el brazo y la pierna.
Paraplejía: Ambas piernas y, a veces, parte del torso pierden la función motora.
Cuadriplejia: Las cuatro extremidades están inmovilizadas debido a una lesión en la médula espinal. El tórax y el torso también pueden verse afectados.
Diplejía: Las partes idénticas de ambos lados sufren parálisis, como ambos brazos o piernas.
En cuanto al alcance del daño nervioso y el potencial de recuperación:
Parálisis completa
Pérdida total del movimiento voluntario y de la sensibilidad por debajo del nivel de la lesión.
Los músculos se vuelven flácidos y se encogen.
La recuperación es improbable.
Parálisis incompleta
Algunas conexiones neuronales permanecen intactas, lo que permite que persistan el movimiento y la sensibilidad parciales.
La movilidad puede mejorar con la rehabilitación.
Síntomas y signos de un ataque paralítico
El principal síntoma de un ataque paralítico es la debilidad muscular repentina, junto con la incapacidad para mover la zona afectada. Los primeros síntomas y signos de un ataque incluyen:
Hormigueo, ardor, frío o sensación de "pinchazos" en las extremidades
dolor nervioso agudo
Espasmos, sacudidas o contracciones musculares involuntarias
Pérdida gradual del control y la coordinación de las extremidades
Pérdida de sensibilidad al tacto, a la presión extrema, a las vibraciones, etc.
Las partes del cuerpo afectadas dependen de la ubicación del daño nervioso. Por ejemplo, una lesión en la médula espinal en la región cervical causa tetraplejia, y así sucesivamente.
Causas del ataque paralítico
La parálisis se produce por algún tipo de lesión o interrupción en la red de comunicación que une el cerebro y los músculos. Las causas comunes incluyen:
Los accidentes cerebrovasculares isquémicos son el resultado de una pérdida de suministro de sangre, lo que provoca la muerte de las células cerebrales que controlan el movimiento.
Los accidentes cerebrovasculares hemorrágicos ocurren cuando una hemorragia dentro del cerebro comprime regiones responsables de coordinar el movimiento.
El traumatismo de la médula espinal implica daños en el delicado tejido espinal, bloqueando la comunicación entre el cerebro y las partes del cuerpo controladas por regiones situadas por debajo del lugar de la lesión.
La compresión nerviosa, causada por factores como las hernias discales, tumores, o lesiones, dificulta la transmisión de señales a la parte del cuerpo relacionada.
Los trastornos neurológicos, incluidas enfermedades como la esclerosis múltiple, el Parkinson y la poliomielitis, atacan los nervios, a menudo provocando parálisis.
Las infecciones, causadas por virus o bacterias, pueden provocar inflamación que interfiere con la señalización neuronal.
Los trastornos autoinmunitarios se producen cuando anticuerpos mal dirigidos atacan y destruyen la mielina u otros componentes nerviosos, interrumpiendo la señalización celular.
Las toxinas, como las neurotoxinas como el plomo, el arsénico y el mercurio, pueden dañar los nervios.
Encontrar la causa principal es clave para tratar la parálisis eficazmente.
Complicaciones
Las complicaciones de la parálisis pueden incluir:
Úlceras por presión e infecciones de la piel – Con movilidad reducida, la presión prolongada sobre la piel provoca úlceras propensas a la infección.
Infecciones del tracto urinario – La incapacidad para vaciar completamente la vejiga aumenta el riesgo de infección.
Problemas respiratorios – La parálisis de los músculos torácicos afecta la respiración, volviéndola superficial y débil. Por lo tanto, la neumonía se convierte en una preocupación principal.
Coágulos de sangre – Las personas con parálisis que llevan una vida sedentaria tienen mayor riesgo de sufrir trombosis venosa profunda, que puede provocar coágulos sanguíneos. Estos coágulos pueden desprenderse y alojarse en los pulmones, causando una embolia pulmonar.
Adelgazamiento óseo – La parálisis de las extremidades acelera la osteoporosis y el riesgo de fracturas.
Depresión - Afrontar los grandes cambios vitales derivados de la parálisis supone un coste psicológico, aumentando el riesgo de depresión.
Diagnóstico
Los médicos diagnostican las causas de un ataque paralítico mediante los siguientes métodos:
Exploración física: Comprobación de la fuerza muscular, el tono, los reflejos y la coordinación.
Historial médico: Detectar lesiones recientes, infecciones o exposición a toxinas.
Análisis de sangre: Medición de enzimas musculares y anticuerpos que implican trastornos.
Punciones lumbares: Análisis de la composición del líquido cefalorraquídeo para detectar signos de inflamación.
Pruebas de imagen como resonancia magnética, tomografía computarizada y radiografías: Revelan anomalías en la médula espinal, los nervios o el cerebro.
Las pruebas de función nerviosa, como la EMG, evalúan la señalización eléctrica.
Tratamiento del ataque paralítico
El tratamiento se centra en proteger las conexiones nerviosas funcionales y restaurar las no funcionales.
La administración de líquidos intravenosos y corticosteroides reduce la inflamación de la médula espinal después de una lesión aguda.
La cirugía repara las vértebras y los discos dañados, descomprimiendo los nervios pinzados.
El drenaje de las infecciones alivia la irritación nerviosa, permitiendo que mejore la conductividad.
La plasmaféresis filtra los anticuerpos que atacan los nervios en afecciones autoinmunes.
La fisioterapia y la terapia ocupacional fortalecen los músculos y reeducan las vías nerviosas.
Los dispositivos de movilidad facilitan el movimiento.
La adaptación es esencial, incluso en casos de parálisis permanente. La tecnología de asistencia permite la funcionalidad independiente mediante dispositivos como:
Sillas de ruedas motorizadas
Sillas de ruedas de pie que facilitan la actividad en posición vertical
Ayudas para la movilidad como bastones, muletas y andadores
Soportes para manos y brazos que mantienen el agarre
Tecnología de síntesis de voz
Sistemas de control ambiental para iluminación, temperatura, electrónica, etc.
Cuándo ver a un doctor
Busque asistencia médica de urgencia de inmediato si presenta algún signo de un ataque paralítico. El tratamiento rápido, dentro de las primeras horas desde el inicio de los síntomas, puede minimizar el daño a los nervios y prevenir la pérdida permanente de movilidad.
Además, contacte con su médico si experimenta:
Entumecimiento progresivo
Hormigueo
Debilidad
Problemas para mover cualquier parte del cuerpo
La parálisis gradual puede indicar una afección tratable, como deficiencias vitamínicas o problemas de tiroides.
Conclusión
Los ataques de parálisis provocan alteraciones en la movilidad debido a lesiones o enfermedades, afectando los nervios que controlan la función muscular. Si bien son extremadamente aterradores, la parálisis es manejable. Aunque es poco probable una recuperación completa en casos de daño extenso, la terapia puede restaurar parcialmente la función. La implementación de técnicas adaptativas y tecnología de asistencia ayuda a limitar los ataques de parálisis. Manténgase alerta ante cualquier síntoma de ataque y responda de inmediato para preservar las conexiones neuronales vitales para el movimiento. Priorizar la recuperación y la adaptación permite disfrutar de una vida plena y activa a pesar de los ataques de parálisis.
Preguntas Frecuentes
1. ¿Se puede prevenir la parálisis?
Respuesta: El riesgo de parálisis se reduce utilizando equipo de protección durante las actividades, instalando elementos de seguridad en el hogar como pasamanos, mejorando la iluminación, manteniendo hábitos de vida saludables, tratando las infecciones rápidamente y limitando el consumo de alcohol.
2. ¿Cuáles son los efectos secundarios del paralizante?
Respuesta: Los efectos secundarios comunes de los paralizantes incluyen úlceras por presión, problemas respiratorios, infecciones, coágulos sanguíneos, osteoporosis, depresión y problemas digestivos.
3. ¿Cuánto dura un ataque paralítico?
Respuesta: La duración de un ataque paralítico depende de la causa; la parálisis temporal por shock espinal o inflamación se resuelve en días o semanas, mientras que la parálisis permanente por accidente cerebrovascular o lesión medular puede mejorar gradualmente con el tiempo.
4. ¿La hipertensión arterial causa parálisis?
Respuesta: La presión arterial extremadamente alta puede causar parálisis al aumentar las obstrucciones arteriales que interrumpen el suministro de sangre al cerebro y la médula espinal, lo que provoca falta de oxígeno y daño a los nervios.