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Herpes Zoster

La culebrilla, médicamente conocida como herpes zóster, es una infección viralEl agente causante, el virus varicela-zóster, puede provocar una erupción dolorosa con ampollas. Aunque pueda parecer una afección sencilla, el herpes zóster puede tener un profundo impacto emocional y físico en quienes lo padecen. Este blog exhaustivo tiene como objetivo brindar una comprensión profunda del herpes zóster, sus síntomas, causas, factores de riesgo y los diversos tratamientos eficaces disponibles para controlar esta afección. 

¿Qué es el herpes zóster?

El herpes zóster es causado por el virus varicela-zóster (VVZ). Este es el mismo virus responsable de la varicela. Si una persona tiene antecedentes de varicela, el virus varicela-zóster puede permanecer latente en su organismo. nervio Los tejidos de la persona infectada permanecen latentes durante años. El herpes zóster se produce cuando el virus se reactiva, a menudo debido a una inmunidad debilitada. estrés, o el envejecimiento. 

La principal característica del herpes zóster es una erupción dolorosa con ampollas. Esta erupción suele aparecer en un lado del cuerpo o la cara, siguiendo el trayecto del nervio afectado. Antes de que aparezcan las ampollas, la erupción puede ir acompañada de hormigueo, picazón o ardor. 

Los síntomas de la culebrilla

Los síntomas del herpes zóster pueden variar en gravedad de una persona a otra, pero algunos signos y síntomas comunes incluyen: 

  • Dolor, cuya o sensación de hormigueo en una parte específica del cuerpo se encuentran entre los primeros síntomas del herpes zóster. 
  • Erupción o ampollas que aparecen en forma de banda o raya en un lado del cuerpo 
  • Fiebre, escalofríos y dolor de cabeza 
  • La fatiga es uno de los primeros síntomas del herpes zóster. 
  • Picazón o sensibilidad al tacto en la zona afectada 
  • Debilidad muscular o parálisis (en casos raros) 

Es esencial tener en cuenta que el dolor asociado con el herpes zóster puede ser intenso y persistir incluso después de que la erupción haya sanado (neuralgia postherpética (NPH)). 

¿Qué causa el herpes zóster?

La reactivación del virus varicela-zóster (VVZ), previamente latente, es la principal causa del herpes zóster. Tras recuperarse de la varicela, el virus puede permanecer latente en las células nerviosas durante años o incluso décadas. Sin embargo, en algunas personas, el virus puede reactivarse debido a diversos factores, como:

  • Edad: La posibilidad de desarrollar herpes zóster aumenta a medida que las personas envejecen, particularmente después de los 50 años. 
  • Sistema inmunitario debilitado: Diversas afecciones que debilitan el sistema inmunitario, como el VIH/SIDA, el cáncer o ciertos medicamentos (por ejemplo, quimioterapia, esteroides), pueden aumentar la probabilidad de padecer herpes zóster. 
  • Estrés: Altos niveles de estrés puede suprimir el sistema inmunológico, haciendo que las personas sean más susceptibles a la reactivación viral. 
  • Ciertas afecciones médicas: Enfermedades como los trastornos autoinmunitarios, la diabetes y el cáncer pueden aumentar la probabilidad de padecer herpes zóster. 
  • Lesión o traumatismo: Los daños en los nervios o las raíces nerviosas pueden desencadenar la reactivación del virus. 

¿Cuándo ver a un médico?

Si sospecha que tiene herpes zóster, es fundamental consultar con un médico. Un diagnóstico y tratamiento oportunos pueden reducir la gravedad de los síntomas y la probabilidad de complicaciones. Comuníquese con su médico de inmediato si experimenta alguno de los siguientes síntomas: 

  • Sarpullido o ampollas acompañadas de dolor, hormigueo o sensación de ardor. Fiebre, escalofríos o sensación general de malestar 
  • Sarpullido o ampollas cerca de los ojos, ya que esto puede provocar complicaciones y problemas de visión. 
  • Dolor intenso que puede provocar problemas para dormir o interferir con las actividades diarias 

Complicaciones

Aunque el herpes zóster suele ser una afección autolimitada, en ocasiones puede provocar varias complicaciones graves. Estas complicaciones incluyen: 

  • Neuralgia postherpética (NPH): Esta es la complicación más frecuente del herpes zóster. La NPH se caracteriza por un dolor intenso y persistente en la zona afectada. Este dolor puede persistir incluso después de que la erupción haya desaparecido. 
  • Problemas de visión: Si la erupción aparece cerca de los ojos, puede provocar complicaciones como inflamación de la córnea. visión pérdida, o incluso ceguera. 
  • Infecciones bacterianas de la piel: Las ampollas asociadas con el herpes zóster pueden infectarse, lo que puede provocar celulitis u otras infecciones de la piel. 
  • Complicaciones neurológicas: En casos raros, el herpes zóster puede causar varias complicaciones neurológicas, como parálisis, encefalitis (inflamación del cerebro) o meningitis (inflamación de las membranas que rodean el cerebro y la médula espinal). 

Prevención del herpes zóster

Si bien no existe una forma garantizada de prevenir el herpes zóster, hay varias medidas que pueden ayudar a reducir el riesgo, entre ellas: 

  • Vacunación: El herpes zóster vacunaLa vacuna contra el herpes zóster, también conocida como Shingrix, se recomienda para adultos mayores de 50 años. Esta vacuna puede prevenir el herpes zóster y reducir la probabilidad de complicaciones. 
  • Reforzar el sistema inmunitario: Mantener un estilo de vida activo, practicar el manejo del estrés y descansar lo suficiente puede fortalecer el sistema inmunitario y reducir el riesgo de reactivación viral. 
  • Medicamentos antivirales: Los médicos pueden recetar medicamentos antivirales para ayudar a prevenir el desarrollo de herpes zóster en personas con sistemas inmunitarios debilitados. 

Diagnóstico

El diagnóstico de herpes zóster incluye una exploración física y la revisión del historial clínico del paciente. El médico examinará la erupción característica y evaluará la distribución de las ampollas, que a menudo siguen el trayecto de un nervio específico. En ocasiones, puede solicitar pruebas adicionales, como una reacción en cadena de la polimerasa (PCR) o un cultivo viral, para confirmar el diagnóstico. 

Tratamiento

El tratamiento del herpes zóster tiene como objetivo aliviar los síntomas, prevenir complicaciones y favorecer la curación. La duración del tratamiento puede variar según la gravedad de la infección. A continuación, se describen algunas modalidades generales de tratamiento: 

Medicamentos antivirales: Los medicamentos antivirales pueden reducir la gravedad y la duración de los síntomas del herpes zóster, especialmente si se inician dentro de las primeras 72 horas de la aparición de la erupción. 
Control del dolor: Los analgésicos de venta libre o con receta pueden ayudar a controlar el dolor asociado con el herpes zóster. 

  • Tratamientos tópicos: La loción de calamina, las compresas frías o las cremas anestésicas pueden ayudar a aliviar el picor y las molestias causadas por la erupción. 
  • Corticosteroides: En ocasiones, los médicos pueden recetar corticosteroides para reducir la inflamación y el dolor, principalmente si la erupción afecta a los ojos u otras zonas sensibles. 
  • Anticonvulsivos o antidepresivos: Los médicos también pueden recetar estos medicamentos para controlar la neuralgia postherpética (NPH), una complicación caracterizada por un dolor intenso y persistente después de que la erupción haya sanado. 

Conclusión

El herpes zóster es una afección dolorosa y potencialmente debilitante que afecta significativamente el bienestar físico y emocional de una persona. Comprender las causas, los síntomas, los factores de riesgo y los tratamientos disponibles es fundamental para controlar y prevenir complicaciones de manera efectiva. Al buscar atención médica de inmediato, seguir los tratamientos recomendados para el herpes zóster y tomar medidas preventivas, las personas pueden reducir la gravedad de la enfermedad y mejorar su calidad de vida. Si sospecha que podría tener herpes zóster o tiene alguna inquietud sobre su riesgo, le recomendamos consultar con un profesional de la salud. 

FAQ's

1. ¿Cuál es la principal causa del herpes zóster?

La principal causa del herpes zóster es la reactivación del virus varicela-zóster (VVZ), que permanece latente en las células nerviosas de una persona que ha padecido varicela. En algunos casos, el virus puede reactivarse más adelante en la vida debido a diversos factores, como el envejecimiento o un sistema inmunitario debilitado. estrésy ciertas afecciones médicas. 

2. ¿Cuánto tiempo dura el herpes zóster?

La duración del herpes zóster puede variar, pero la mayoría de los casos se resuelven en 3 a 5 semanas. Sin embargo, algunas personas pueden experimentar dolor persistente o complicaciones, como la neuralgia postherpética (NPH), que puede durar meses o incluso años después de que hayan desaparecido las lesiones del herpes zóster. 

3. ¿Por qué duelen tanto las culebrillas?

El herpes zóster suele ir acompañado de un dolor intenso, como ardor u hormigueo, debido a que el virus afecta a los nervios. El dolor puede ser insoportable porque el virus provoca 
inflamación y daño nervioso, lo que lleva a la transmisión de intensas señales de dolor al cerebro

4. ¿Con qué frecuencia se presenta el herpes zóster?

El herpes zóster es una afección relativamente común que afecta aproximadamente a una de cada tres personas a lo largo de su vida. infección Es más común en personas mayores, con la mayor prevalencia en personas mayores de 50 años. 

5. ¿Quiénes corren riesgo de contraer herpes zóster?

Si bien cualquier persona que haya tenido varicela puede desarrollar herpes zóster, ciertos factores pueden aumentar el riesgo de una persona, entre ellos: 

  • El riesgo de contraer herpes zóster aumenta significativamente después de los 50 años. 
  • Afecciones o tratamientos que debilitan el sistema inmunológico, como el VIH/SIDA, células cancerosas, quimioterapiaEl uso prolongado de esteroides puede aumentar el riesgo de herpes zóster. El estrés crónico puede afectar significativamente la inmunidad, lo que hace que las personas sean más susceptibles a la reactivación viral. 
  • Ciertas afecciones médicas como la diabetes, los trastornos autoinmunitarios y el cáncer pueden aumentar la susceptibilidad a la culebrilla. 
como uno Equipo médico de CARE

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